Pareciera ser una redundancia, pero para los directivos de la Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol) resulta un poco difícil de entender, que la Copa América sea un torneo exclusivo para selecciones de países de éste lado del mundo. Hoy Costa Rica suplanta a Japón como uno de los dos invitados a participar de la fiesta suramericana del balompié. Este torneo es, sin duda alguna, la competición de mayor prestigio mundial que se realiza en nuestros países, y cuando hago referencia a “nuestros países” incluyo no solo a los miembros de Conmebol, sino a las naciones que conforman la Concacaf.
Pero la seriedad y el renombre de la Copa debe mantenerse, no invitando a naciones asiáticas que reporten ingresos económicos astronómicos, o permitiendo que los invitados de Concacaf “devalúen” su participación enviando equipos “B”, “Olímpicos” o como quieran denominarlos. El marketing no es inconveniente, porque el producto es el mejor del planeta. Nuestro fútbol nutre con sus jugadores a las grandes ligas del orbe, y los ojos del planeta futbol siempre se posan sobre América porque ésta es la cuna de los mejores futbolistas del pasado, presente y futuro de este deporte.
Pelé, Maradona, Francescoli, Cubillas, Valderrama, Batistuta, Hugo Sánchez, Ronaldo, Messi, Kaká, Arango, por citar algunos nombres; todos cracks y con participaciones destacadísimas en Copa América. ¿Hay talento igual en el planeta fútbol?
Esa es una verdad irrefutable, pero también es cierto que mientras la UEFA ha dado un salto a la modernidad en sus formas, nuestros dirigentes son tipos nostálgicos, resistentes a los cambios y bastante folklóricos.
¿Se imaginan una Copa América en la que Conmebol y Concacaf unifiquen esfuerzos y co-organicen? ¿Utópico? Puede ser, pero sería estupendo tener eliminatorias de cara al evento, desde Canadá hasta Argentina, tal y como se hace con la Eurocopa, con un evento final de 16 equipos que se realice cada cuatro años. Posiblemente, tendría un atractivo sin igual, y el prestigio necesario para no ser vista como una competencia de segunda a la que los jugadores le sacan el cuerpo cuando les viene en ganas para disfrutar de vacaciones en familia, o a la que las federaciones se dan el tupé de enviar equipos “B”. Muchos son los que seguro han soñado con esto. De hecho, más allá del interés económico que obviamente hay en el asunto, hubo una propuesta desde Conmebol para que la Copa América 2015, que por el sistema de rotaciones de sedes tendría que realizarse en Brasil, fuese organizada por México, previendo una saturación de eventos deportivos en suelo carioca por la cercanía de la Copa del Confederaciones de 2013, la Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. Esto reportaría ingresos por derechos televisivos realmente significativos, pero aún más importante, produciría la identificación plena de aficionados, jugadores y dirigentes del gigante de Concacaf con la Copa. La propuesta no trascendió, y efectivamente Brasil tendrá cuatro años vibrantes en lo que a deportes se refiere, con un evento por año.
Argentina ya está lista, y seguro el mundo se rendirá a los pies del torneo de selecciones más antiguo del mundo, pero hay una lección que aprender; nuestros dirigentes deben respetar la Copa América, su prestigio y su historia. El futuro se construye respetando la esencia de lo que somos como continente futbolístico, valorando el talento de casa. No me imagino a Michel Platini, presidente de la UEFA, extendiéndole una carta a Venezuela, Argentina o Bolivia, para que participen como “invitadas” de la Euro. ¿Ustedes sí?
(Publicado en Informe21.com en Mayo 20, 2011)
Twitter: @simonalberto
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